viernes, 22 de agosto de 2014

Bailar Bajo La Lluvia

La vida no es esperar a que pase la tormenta
es aprender ¡a bailar bajo la lluvia!

Atrás queda todo un año de ensayos, esos viernes agotadores que empezaban a las tres y media y finalizaban a las nueve, esos sábados con agujetas sin poder movernos, las caídas, los saltos olímpicos de colchoneta, la creación de los decorados, las entradas y las salidas, las sustituciones inesperadas, aquellos pequeños enfados, las risas, las lesiones inoportunas, comer a las cinco, las prisas, los nervios, las lágrimas derramadas, la piel de gallina, las cenas, cruzar los dedos para que todo salga perfecto, las idas y venidas del gimnasio a la sala y de la sala al gimnasio, cargando con todo el material, cortar la calle por nuestra cuenta, nuestros abrazos entre bastidores antes de salir a escena, lanzarnos a la aventura en Malagón, la odisea con los focos y el sonido, los pies negros y llenos de ampollas, la vuelta a casa con Eva y Miguel mientras anochecía...eso y mil cosas más.
Y llegó el día en el que los focos nos iluminaban en el escenario y ocultos por la oscuridad había cientos de personas, aplaudiéndonos.
Y 'siiii siiii siiii', lo habíamos conseguido, aquello que parecía imposible.
Una experiencia inolvidable, una sensación inigualable.
Después de todo el tiempo invertido, lo que nos había costado tanto, nuestro sueño, empezaba y acababa.
Gracias a esta familia de más de 60 miembros, por todo lo que hemos vivido juntos, y ojalá por todo lo que nos quede.
Me llevo mucho de vosotros, espero que también os llevéis mucho de mí.
GRACIAS DE CORAZÓN.

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